Con el término celtíberos se hace referencia de forma genérica a los pueblos prerromanos celtas o celtizados que habitaban la península ibérica desde finales de la Edad del Bronce, en el siglo XIII a. C., hasta la romanización de Hispania, desde el siglo II a. C. al siglo I. El término denomina también de forma genérica los idiomas que utilizaban. De entre estos pueblos existe uno denominado expresamente celtíberos,1 que habitaban el oeste de la Cordillera Ibérica, aunque existían otros con otros nombres como los vetones, vacceos, lusitanos, carpetanos o célticos que son también de forma genérica denominados celtíberos.
Fueron descritos por historiadores como Ptolomeo, Estrabón, Marcial o Tito Livio entre otros.
Los romanos los consideraban una mezcla de celtas e íberos,2 diferenciándose así de sus vecinos, tanto de los celtas de la meseta como de los íberos de la costa. Plinio el Viejo afirma que los celtas de Iberia han emigrado desde el territorio de Celtici Lusitania, que él parece considerar como el asiento original de toda la población celta de la Península Ibérica que incluye los celtíberos, en el terreno de la identidad de los ritos sagrados, el lenguaje y los nombres de las ciudades.
En numerosas ocasiones los celtas se impusieron a los indígenas en la Edad del Bronce y fueron asimilados con mutua influencia cultural, haciéndoles evolucionar hacia el sistema halstático y después a un consolidado posthalstático, ya convertido en celtibérico en toda su magnitud, hacia el siglo V a. C.
Resulta difícil asignar territorios y fronteras concretas a esta amalgama de pueblos debido a la escasa documentación histórica existente y a la cantidad de hipótesis sugeridas por los restos arqueológicos encontrados, pero su geografía contrastada e hipotética es denominada Celtiberia.